martes, 29 de marzo de 2011

XV. Puertas

Estoy en una habitación gris. Miro a todas partes. Está llena de rayones negros. Hay algunos dejos de color, hechos con gis. Hay una ventana pequeña pero temo asomarme. A mis espaldas hay una puerta blanca, blanquísima. Sé que me espera, pero no me decido aún a abrirla. Tengo miedo de que la habitación sea peor que esta habitación parca y gris. Deambulo un rato en su 5 x 5 mts de espacio. Siento algo de ansiedad, suelto algunas lágrimas. Siento la intensidad del cuarto con una suerte de dolor en mi corazón y no sé cómo interpretarlo. Me siento en el piso, abrazo mis piernas y me mesó desesperada. Entonces cierro los ojos y me quedo entre dormida y alerta. No sucede nada. Pareciera que ha pasado ya una eternidad. Entonces me doy cuenta que mi única opción es abrir esa puerta, tengo la ventana... pero no pienso aventarme al vacío. Entonces me levanto decidida y camino hacia la puerta.

Tomo la manija y permanezco así algunos minutos, incierta en lo que pueda haber del otro lado. Estoy nerviosa, pero no hay más que hacer. Abro los ojos muy grande, agacho la cabeza y los vuelvo a cerrar. Como cuando te subes a la montaña rusa y en la bajada más horrible decides no ver nada. Pero recapacito: quiero verlo todo, voy a verlo todo. Abro la puerta y entonces me deslumbra. El siguiente cuarto es enorme, es hermoso... es blanco, blanquisímo. Hay tres ventanas enormes, desde donde se ven los paisajes más hermosos que jamás haya yo visto.Me acerco a cada una de ellas y abro sus ventanas; en una puedo oler los pinos, el olor a bosque. En otra siento la brisa marina en la cara, tibia y con ese olor tan peculiar del mar. En la otra hay un huele de noche y el jardín de mis abuelos. Miro hacia el arriba y descubro que no hay techo... el cielo es azul y tiene unas nubes que parecen algodón de azúcar.  Miro mis manos y descubro crayones de todos colores diseñados especialmente para pintar estas blancas paredes con lo que me dé la gana. Es un cuarto mágico porque he pintado un sofá y ha cobrado vida ante mis ojos. Siento completa paz, una comodidad increíble, me dan ganas de reír y de llorar al mismo tiempo.

Ya sé lo que me voy a pintar.

Bienvenida a la adultez, Dana. 

I'm home, Bubu.

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